Cúcuta, ubicada en la frontera con Venezuela, ha sido históricamente un punto estratégico para el comercio y la migración. Sin embargo, esta posición geográfica también la ha expuesto a dinámicas delictivas transnacionales. La infiltración de grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC ha intensificado los enfrentamientos armados, generando desplazamientos masivos y afectando la vida cotidiana de los ciudadanos.
Además, bandas criminales locales y extranjeras, como el Tren de Aragua, han establecido operaciones en la ciudad, controlando actividades ilícitas como el narcotráfico, la extorsión y el contrabando. Estas organizaciones han sembrado el terror en barrios enteros, imponiendo su ley y desafiando la autoridad del Estado. 
Impacto en la población civil
La violencia no solo se refleja en las estadísticas de homicidios, sino también en la percepción de inseguridad que sienten los cucuteños. La presencia constante de actores armados, los toques de queda impuestos por grupos ilegales y los atentados con explosivos han generado un clima de miedo y desconfianza. Los comerciantes enfrentan extorsiones constantes, y los ciudadanos limitan sus actividades por temor a ser víctimas de la violencia.
Particularmente preocupante es la situación de los habitantes de calle, quienes han sido objeto de asesinatos sistemáticos en lo que algunos califican como “limpieza social”. Estos crímenes, muchas veces perpetrados con la complicidad o indiferencia de las autoridades, reflejan una grave crisis de derechos humanos en la ciudad. 
Respuestas institucionales y desafíos
Ante esta crisis, las autoridades locales y nacionales han implementado diversas estrategias para recuperar el control y garantizar la seguridad. Se han desplegado unidades especiales de la Policía y el Ejército, se han establecido planes de seguridad en corredores viales y se han fortalecido las capacidades de la Policía Metropolitana con la entrega de nuevas instalaciones del GAULA. 
Sin embargo, estas medidas han sido insuficientes para contener la escalada de violencia. La falta de coordinación entre las diferentes instituciones, la corrupción y la limitada presencia del Estado en zonas periféricas han permitido que los grupos armados mantengan su influencia y control territorial.
Hacia una solución integral
La situación en Cúcuta requiere una respuesta integral que aborde no solo los síntomas, sino también las causas estructurales de la violencia. Es fundamental fortalecer las instituciones locales, garantizar la presencia efectiva del Estado en todos los territorios y promover políticas sociales que ofrezcan alternativas a las comunidades vulnerables.
Asimismo, es necesario establecer mecanismos de cooperación internacional para enfrentar las dinámicas delictivas transnacionales y proteger los derechos de los migrantes y refugiados que transitan por la región.
Solo a través de un enfoque multidimensional y sostenido en el tiempo será posible devolver la seguridad y la esperanza a los habitantes de Cúcuta y su área metropolitana.
Autor:
Cofundadora, Miembro de la Junta Administrativa y Directora del Departamento de Prensa y Comunicaciones - CORPOVIMADH.
Fecha de Publicación: 11 de Abril de 2025.
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